Sin embargo, podríamos decir que hay uno que destaca por encima del conjunto. Por su significado, por su complejidad y por cómo nos ha desgarrado el alma a todos. Ese es ‘Miradlo en la Cruz’ de David Hurtado. Una marcha que viene a completar una sinfonía en cuatro partes, como ya acuñan muchos ‘de los nuestros’.
Una sinfonía que en cualquier otro género sería un motivo de orgullo, pero que aquí, solo podemos hablar de música procesiona, de marchas de Semana Santa, como algo despectivo, un género menor. Y lo que se ha hecho, bien podría pertenecer a un género mayor. El último movimiento de una sinfonía a cuatro, en las que todos sus movimientos estarían bien diferenciados.
- El Amor Crucificado
- Subida al Calvario
- Miradlo en la Cruz
- Después de la Madrugá
Además, estas cuatro joyas de la música procesional podrían componer una sinfonía per se.
Comenzaría de la mano de ‘El Amor Crucificado’. Una pieza clara, concisa, con un motivo muy pero que muy marcado, que se desarrolla durante todo el ‘movimiento’. Con un movimiento y ritmo airoso, ‘allegro’, como debe ser un primer movimiento, pero con la solemnidad de nuestra Semana Santa. Un segundo movimiento delicado, virtuoso, pero con un gran desarrollo como el que encontramos en ‘Subida al Calvario’, en el que se encuentra el gran nudo de esta sinfonía y en el que el oyente ha de poner los cinco sentidos si quiere realmente poder deshojar toda la margarita del movimiento que más fragilidad encierra, pero a la vez, el más complejo.
Sencillamente compleja, llega ‘Miradlo en la Cruz’. Rotunda, sincera, a pecho descubierto. Con temas muy marcados y algo más sencillos que nos relajan respecto a lo visto y escuchado en los dos anteriores. Hasta llegar a su parte final, en la que la fragilidad se entremezcla con el dolor, hasta llegar a ese torbellino de sensaciones que es su coda final. Dejando en lo más alto las cotas de la música procesional y al oyente, con una relajada tensión que queda resuelta en los últimos compases, propios de los terceros movimientos de las grandes sinfonías.
Esta sinfonía debe cerrarse con un movimiento que puede ser en forma Sonata, es decir, con un poco más de desarrollo. Y qué mejor que cerrar el círculo que con la marcha que empezó todo esto, ‘Después de la Madrugá’, en el año de su renacimiento tras la plantación de la semilla por parte de Cruz Roja, que ha germinado con La Puebla. Un desarrollo de sus dos motivos principales en base al flamenco que no hacen más que reflejar el virtuosismo de David desde que era joven.
Cabe destacar también el trabajo genial que Tejera ha hecho con estas obras, con una banda que parece ser que ha llegado por fin al siglo XXI, con autores coetáneos, manteniendo su esencia, pero sabiendo dónde hay que estar de pie. Mención especial en este apartado a ‘Caridad’, también estreno de esta banda y que esperamos escuchar en Semana Santa.
Un trabajo de hilo fino el realizado por David Hurtado con estas cuatro obras, componiendo, sin darse cuenta, lo que podemos denominar como la primera Sinfonía de cuatro movimientos para nuestra Semana Santa. Una casualidad que sabe a hito.