Por María Jesús Amaro
Antes de nada, me gustaría saludar y presentarme ante el público de Marchando Cofradías. Soy María Jesús Amaro, cordobesa, compositora en general, pero también compositora de marchas específicamente y músico de bandas de música desde los nueve años.
Para comenzar con esta serie de artículos que pienso escribir con mucho cariño, he querido empezar poniendo sobre la mesa un aspecto que personalmente me persigue en muchas ocasiones al abrir las redes sociales: ¿son las bandas un portal abierto a todo tipo de público? ¿o son organizaciones musicales enfocadas a un cierto grupo de personas?
Mi respuesta y opinión, si bien sesgada, es clara: las bandas son el principal entretenimiento musical para la mayoría de la población andaluza. Pero ¿a qué se debe esto?
El origen militar de las bandas es completamente innegable no solo en Andalucía o España, sino en toda la tradición musical europea. Encontramos marchas compuestas por Beethoven en 1809 o por Berlioz incluso en versiones sinfónicas como en la “Sinfonía Fantástica” estrenada en París en 1830. Sin embargo, el fenómeno de las bandas en sitios como Valencia o Andalucía ha sido y es un evento para celebrar.
Yo soy músico de banda y conservatorio, conceptos que, desde hace una década, conviven en perfecta armonía y suceden como una forma orgánica de tu avance como músico, pero esto se debe a la labor de estas organizaciones. Las bandas en Andalucía enseñan música. Base teórica para comprender e interpretar partituras de un nivel alto, hasta de concertino para solos como “La Esperanza de Triana” de Farfán. Enseñan a interpretar un instrumento y especialmente, enseñan la música en grupo. Conceptos como afinación, dinámicas, saber escuchar las líneas melódicas de cada instrumento.
Lo único que se pide a cambio, es tu compromiso con la música y el instrumento, lo cual te lo van a pedir en cualquier sitio donde se exija un nivel mínimo y digno.
Pero ¿qué sucede cuando la temporada de Cuaresma y Glorias termina? ¿cada uno pone su clarinete o corneta en el maletín y nos vamos a comer polvorones hasta el Carnaval? Pues en el gran porcentaje de casos, esto mismo está muy pero que muy lejos de la realidad.
Las bandas continúan con un repertorio alternativo, pudiendo acceder a este tipo de conciertos prácticamente cada semana o varios días a la semana. Podemos destacar las bandas participando en cada municipio con eventos por Santa Cecilia, salidas extraordinarias, celebraciones Navideñas o simplemente conciertos. Sin ir más lejos, y haciendo alarde de mi ciudad Córdoba, por Santa Cecilia, el público pudo disfrutar de la mano de La Banda de la Esperanza dirigida por Alfonso Lozano (compositor de marchas como “La Sangre y la Gloria” entre otras), de obras de Beethoven, Tchaikovsky o Verdi.
Obras, que, si no fuese por ocasiones como esta, el público de “a pie” no habría escuchado por simple interés o simple accesibilidad a teatros o auditorios. ¿Tiene más calidad una pieza de Tchaikosky que una de Font de Anta? Jamás me encontrarás diciendo esto, sin embargo, el público tuvo oportunidad de ver interpretada de una forma extraordinaria obras magistrales de la historia de la música europea por la misma banda que le toca a su Virgen en Semana Santa. Personalmente me parece precioso, y ejemplos como este, creo que entre todos podemos pensar miles y miles.
A pesar de ello, por ocasiones como salidas extraordinarias o, sin ir más lejos, la Magna de Córdoba, Huelva o Jaén celebradas recientemente, he podido observar ciertas opiniones y artículos que resaltaban: se están pasando.
El artículo hacía referencia a la contaminación acústica, el corte de calles y lo desagradable de la insistencia con los pasos en la calle, diciendo: lo bueno, si breve, dos veces bueno. Por supuesto la opinión sobre la religiosidad juega un gran factor en este juicio, convirtiendo la música en algo más que expresión artística, lo cual en este contexto me parece un error.
Por supuesto, de la misma forma que expreso mi opinión escribiendo este artículo, también el resto puede y debe hacerlo. Sin embargo, dejo una cuestión a considerar: ¿por qué debemos ensalzar lo extranjero y no lo nuestro? Creo que hablo por muchos cuando digo que la música procesional es mucho más que la fe que cada uno tenga, y la música y las bandas, en Andalucía, han trascendido imperiosamente siendo un bien sociocultural.
¿Deberíamos dejar de apreciar la música de Bach por su increíble contenido religioso? ¿o el “Réquiem” de Mozart?, ¿irías a Roma sin intentar visitar la Capilla Sixtina? O, sin viajar siglos atrás, ¿dejamos de escuchar a Rosalía por la iconografía de su último disco?
Si has leído hasta aquí, muchas gracias y espero que se pueda llegar a un debate sano. Y especialmente, que se disfrute de la música sin más.