La Virgen llega a campana con su marcha (otra vez…) O al menos, con una de la decena que tiene dedicada. Su palio será de malla, pero sus marchas son de cajón. Porque la dedicatoria será la que sea, pero la dedicación de estas marchas no pasa de calzar algún sofá cojo en la casa hermandad o de evitar el desgaste del sol en lo más profundo de un cajón.
Hay quien dice que es que “a Sevilla no le caben más marchas”. Pero claro, luego vemos la vuelta de alguna que dábamos por jubilada, que junto a las mal llamadas clásicas conforman un patrimonio musical como las confiterías… “Desde 1980”. Que también os digo, las hay que podrían ser clásicas y están por los cajones. ¿No es “Ante el Gran Poder” del maestro Gámez Laserna digna de cualquier palio? Pues ahí la tienes. Estas marchas son como los eclipses. De vez en cuando, una Gloria la saca y la toca, sembrando semillas de infertilidad, porque así nos luce el pelo. Pueden más los repertorios NPC, que en lenguaje jovial significa predeterminado.
Entre los clásicos encajonados, Sevilla tiene una deuda derivada de un compositor bailongo, que cual prota de “Succession”, hizo todo desde su cargo de responsabilidad, para que sus composiciones (que no entraremos a juzgar hoy) sonasen hasta en las cruces de mayo de los colegios. Claro está, a consta de varios autores cuyas obras fueron desplazadas. Pero a nadie se le hizo tanto daño como a Pedro Braña.
Luego tenemos hermandades que sí ponen toda la carne en el asador, o al menos la pusieron hasta hace poco. La Hermandad de la Sed fue ejemplo de cómo engrandecer el patrimonio musical. Fueron a por los mejores y se les dio su sitio. Eso dio como resultado, un banco de compositores digno del banquillo de los galácticos y repertorios de Champions League. Aunque como las buenas rachas, esa apuesta segura parece haberse diluido por el Paco Lolismo ultra procesado.

David y Antonio Hurtado, Daniel Albarrán, Carlos Guillén y Pablo Martínez Recio. La mayoría con marchas dedicadas a la Sed. Imagen: @Diletantemalo
Futuro incierto en Nervión, que demuestra que todo puede cambiar. Para bien, o para mal. Ahí tenemos a la Amargura, que este año ha buscado realizar un buen repertorio, aunque con cierto miedo a lo trágico. O el Cachorro, donde Puebla mediante (y con sus merecidos créditos a Cruz Roja) ha recuperado “Después de la Madrugá”, de David Hurtado. Gran noticia, que ha dejado hueco en el cajón de la calle Castilla. Por la rendija se ve, cubierta de polvo la partitura de la única marcha de Beigbeder dedicada a una cofradía sevillana.
Y mirando al Cachorro… El Museo. Pareciese que el expirante de Triana tuvo que ir a la misma puerta de la capilla para que en alguna cabeza entrase que “Expiración” de Font de Fernández, le cabe a la Virgen de las Aguas. Este año, al fin sonó en el palio 11 años después de su recuperación. En la Plaza del Museo, al menos están aireando el patrimonio propio por redes. Esperemos que se traslade a la calle y conozcamos “Resignación” de David Hurtado, que este año sonó, pero para el Cristo de la Corona en un arreglo de José Luis González para los amigos de María Auxiliadora.
Al menos, los hay que sueñan con los cajones y sus tesoros. Y quiero pensar, que en cada hermandad habrá guerras personales para poner en valor sus marchas. En la Estrella, la de Gándara; En la Esperanza de Triana a Pantión; en el corazón de todos, “La Semana Mayor”. En Hermandades y en bandas, que aquí tienen mucho más poder del que piensan. Pero contestando a aquel que piensa que a Sevilla no le caben más marchas, le digo:
-Los cajones son profundos. Es cuestión de ser ordenado.
Andrés E. González Cienfuegos